Tengo la sensación de que España se está convirtiendo en un Costa Concordia: una tripulación que miente a sus pasajeros (“es un problema eléctrico“), que tarda en decretar la alarma y que no sabe cómo controlar ni solucionar la situación. Y mientras el capitán “se cae” a un bote salvavidas (y el resto de tripulación salta para sobrevivir al naufragio), los pasajeros no sólo permitimos esa manipulación, sino que estamos todos en la proa, al mismo tiempo que notamos cómo el barco, ya encallado, se hunde. Sálvese quien pueda.
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