Les llaman buitres, lobos y tiburones, insultando a los predadores de la casa de fieras. No devoran corderos sino países. Provocan la extinción de las compañías cuyos bonos poseen. Son los compradores de bancarrotas, los tramposos en la timba, los prestas del juicio final, los ojos del mal. Trocean las empresas, las revenden, las traspasan o las hunden para cobrar los seguros. El mundo es para ellos un casino sin ley. Les vale todo, créditos fallidos, deuda hipotecaria o el pan Bimbo. «España está a buen precio y la van a comprar».
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