Hasta el 3 de enero de 1973 el Estado francés se financiaba a sí mismo y disfrutaba del sistema social público más desarrollado del mundo. Pero una ley de un presidente amigo de los Rothschild cambió eso y desde entonces Francia sólo puede financiarse pidiendo prestado a la banca privada y pagando los intereses correspondientes. Con lo cual el Estado social resulta inviable porque la deuda soberana va devorando poco a poco el PIB del país.
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