De acuerdo, no es solo el País Vasco: toda Europa se está convirtiendo en un parque temático. Y no habrá más que esperar a que el Producto Interior Bruto per cápita de China crezca unos cuantos puntos más para que, con el aumento paralelo del turismo asiático, todas las atracciones puedan ponerse en marcha, con sus lucecitas de colores. Sin necesidad, por cierto, de que haya que construir una réplica en (por ejemplo) una isla, como proponía (para el caso británico) la novela de Julian Barnes Inglaterra, Inglaterra.
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