“En la vida cotidiana con frecuencia exigimos una única causa de un acontecimiento –por ejemplo, una colisión-. Pero cuando examinamos la cuestión con más cuidado, vemos que se pueden dar muchas respuestas. El ingeniero atribuirá el accidente a que la superficie era resbaladiza; el policía de tráfico a que alguno de los conductores incumplió las normas de tráfico; el psicólogo concluirá que el conductor estaba preocupado….No existe “la” causa como tal”.
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