La “castidad” tan pregonada por la jerarquía católica, cuya variante para los curas se llama “celibato”, es una perversión porque es antinatural. Lo natural en todo ser vivo es la sexualidad. Acaso ¿no es mejor que los curas vivan abiertamente su vida sexual, hetero u homo (que hay muchos), a que hipócritamente hagan ver lo que no son? ¿No es preferible una sexualidad sana y libremente ejercida a desviaciones perversas como el abuso infantil cuyos escándalos han conmovido a la Iglesia en todos lados?
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