De un garaje han salido varios de los “referentes tecnológicos” a nivel mundial y ese trabajo casi de subterfugio ha logrado constituir, por ejemplo, Silicom Valley, en Estados Unidos, el máximo exponente de la tecnología. Algunos de esos locales se han convertido en el denominado Fab Lab, un laboratorio constituido como centro abierto donde particulares, autónomos, pymes y administraciones pueden encontrar todo lo necesario para poder poner convertir sus “ideas en realidad”.