Carlos no logra cobrar los bocadillos que ofreció, en su bar del barrio de Hortaleza, a los peregrinos que vinieron a Madrid en agosto para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Y eso que ya envió a principios de septiembre los casi 450 cheques que le entregaron los peregrinos cuando recibieron como comida un bocadillo y un refresco. La asociación de empresas de hostelería que le debe de pagar asegura que cobrará como todos aquellos bares que participaron en la JMJ.
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