Las familias monoparentales, especialmente de mujeres solas con hijos, y las formadas por un cabeza de familia menor de 44 años, sin estudios y en paro, son las más precarias y proclives a caer en situación de exclusión severa. La situación de las familias atendidas es tan precaria que un 53 por ciento de ellas ha reconocido no haber podido comprar medicamentos o seguir tratamiento médico en el último año por falta de medios económicos, y casi el 40 por ciento ha pasado hambre "con frecuencia" en los últimos años o "la está pasando ahora".
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