Los viejos esquemas ya no sirven. El camino de la recuperación, tortuoso y prolongado, será el de fomentar lo racional frente a lo emocional, lo práctico en vez de lo superfluo y lo necesario en detrimento de lo accesorio. Aquella vieja filosofía instalada alrededor del centro comercial, basada en el hiperconsumo y el endeudamiento escandaloso, el impulso de modelos ficticios servidos por el cine y la TV, orientados a alimentar al éxito inminente y el dinero fácil, serán fósiles vetustos que irán desdibujándose de nuestra memoria colectiva.
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