Desde la polémica autorización de su derribo en 1981 hasta el nuevo proyecto de rehabilitación puesto sobre la mesa recientemente y pasando por el intento de compra de la SGAE, episodios de diferente índole se han traducido en el resultado final: la desaparición del que fue uno de los espacios culturales más emblemáticos de la ciudad de Zaragoza, cerrado al público desde el año 2000 y que espera pacientemente una solución que no parece llegar nunca.