Santiago de Compostela activó todas las alarmas del Gobierno el pasado jueves 2 de diciembre, cuando el espacio aéreo gallego quedó inutilizado porque 10 de los 28 controladores asignados al aeropuerto de Lavacolla dejaron de trabajar al considerar que ya habían superado el límite de 1.670 horas anuales asignadas por ley. La Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA) anticipó entonces más problemas: "En los próximos días, cinco empleados más [de Lavacolla] estarán en esta situación". AENA consideraba que no habían contado bien.
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