Lunes, 27 de febrero. Francisco Correa pasea tranquilamente por la calle Jorge Juan, una de las más elitistas de la capital de España. Es la hora del almuerzo. En plena milla de oro del barrio de Salamanca, el líder de la trama Gürtel es visto en un conocido restaurante frecuentado por las altas esferas acompañado de un grupo de amigos. Es la más que acomodada jornada de un hombre a la espera de volver a entrar en prisión.
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