Dos obras sobre Franco. Y dos demandas. Ya queda claro que a la fundación que lleva el nombre del dictador el arte de Eugenio Merino no le gusta nada. Y desde luego no le hace ninguna gracia que el creador colocara primero una escultura de Franco en una nevera y, segundo, empleara la cabeza de esa misma estatua como punching ball para una nueva parodia del caudillo.
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