La reunión de ministros de Economía del G-20 celebrada en la ciudad surcoreana de Busán terminó con división en torno a una de las cuestiones más espinosas: la posibilidad de crear un impuesto mundial a la banca. Los ministros de Finanzas de las principales economías desarrolladas y emergentes celebraron que la recuperación económica avance a un ritmo «más rápido de lo previsto» pero exigieron también a los estados medidas «creíbles» para sanear sus cuentas.
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