Si, como me pasa a mí, vuestra vista no es una de vuestras capacidades destacables, conoceréis perfectamente la sangría económica que supone el tema a lo largo de la vida. De pequeño tus padres se gastan una pasta porque rompes las gafas cada dos por tres. Cuando creces, te pasas a las lentillas y te gastas una pasta en reponerlas y en los líquidos de mantenimiento. Y según pasan los años, te gastas una pasta al adaptar las lentes a tus crecientes defectos visuales.
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