El tándem que forman De Jorge y Berasategui ha defendido siempre la honestidad de la cocina, tratando de huir de metas más elevadas. Para De Jorge un cocinero no es un artista, es un cocinero, y su misión no es filosofar, sino hacer feliz a la gente mediante su cocina. Una misión que, en su opinión, se ha difuminado en los últimos tiempos: “La gastronomía moderna se ha convertido en un gran circo de payasos donde se ríen de sus propias gracias.
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