En el año 1929, Genarín, encumbrado como emblema del acervo cultural leonés, se enfrentó a la muerte. Orinaba en la carretera de los Cubos cuando, el primer camión de la basura que hubo en León, y que se sostiene que se le apodaba ‘La Bonifacia’, le arrolló. Este personaje tan peculiar de la época, pellejero de profesión, fue alzado a la divinidad por los cuatro evangelistas, cuatro leoneses de la época que se preocuparon por mantener viva su memoria, atribuyéndole, como buen santo, una serie de milagros.