Una vez descartada la posibilidad de que el colaborador sufra el síndrome de la anfetamina nocturna (tengo sueño), síndrome de la almorrana (me cabreo) o síndrome del funcionario (me operan de un lunar, tres días de baja) debemos tener clara la importancia de abordar el problema con agilidad para evitar que adquiera carácter viral.
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