Durante la Guerra Civil, Gijón soportó bombardeos por tierra, mar y aire a lo largo de 14 meses. Para proteger a la población civil de unos proyectiles que causaron matanzas como la del 14 de agosto de 1936 en la calle de Jovellanos, las autoridades republicanas desarrollaron una red de escondites, algunos de los cuales han llegado a nuestros días más o menos modificados. Se trata de refugios bélicos propiamente dichos, sótanos y portales que habitualmente se forraban con sacos terreros.
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