En un calentón en Bilbao, a don César se le antojó intolerable que Google obtuviera pingües beneficios usando el ancho de banda de las redes de Telefónica y dijo que «esto iba a cambiar».Claro. Porque en Google seguro que no pagan a su proveedor de Internet, los muy pillines. Y nosotros, los españoles que de hecho ocupamos el ancho de banda, tampoco. Nos sale gratis. Y es don César el que se desvive por instalar y mimar esa red de velocidad vertiginosa, y esos sistemas a prueba de bomba, y ese servicio postventa hecho de locuciones automáticas.
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