Un empleado del Museo Fesch d’Ajaccio, en Córcega, no supo vencer a la tentación de sentarse en la silla de campaña de Napoleón. Seguro que este guarda del museo no pudo ni imaginar siquiera las consecuencias de su impulso pues, nada más colocar sus posaderas sobre esta histórica silla plegable, el cuero se desgarró. Lo peor es que la silla en cuestión era un préstamo de otro museo (Le Mobilier Nacional), para que formase parte de la exposición “Napoleón au bivouac”.
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