Una treintena de familiares, amigos y antiguos asesores acompañan al expresident en todas las sesiones. Son los amos. Hacen gestos al jurado. Insultan a las fiscales, al juez y al abogado de la acusación popular. Copan los pasillos del Palacio de Justicia y acribillan con miradas de asco a los disidentes. Actúan siempre al unísono, al milímetro. Son la guardia pretoriana de Francisco Camps, la claque que le ríe las gracias en la sala, la que se desborda en estudiadas coreografías de desafección cuando los testimonios no son benévolos.
|
etiquetas: camps , juicio , palmeros