Toda guerra sirve como campo de pruebas para probar armas y como escaparate para venderlas después, que es donde está la verdadera pasta gansa. Hasta ahí, creo, lo sabíamos todos. Lo que nadie se podía esperar y cada vez es más notorio en algunos círculos, es que la guerra de Ucrania fuese a causar un agujero económico de proporciones homéricas a la industria militar de medio mundo, y muy especialmente a la norteamericana.
Como no es obvio, trataré de explicarlo, pero anticipo que la cuestión puede estar detrás de la negativa de los republicanos a seguir enviando ayuda a Ucrania si los resultados electorales de las "midterm" de Noviembre se lo permiten. Porque detrás de los republicanos está el complejo industrial militar, claro.
La cuestión es que, después de unos meses de guerra, todos empezamos a pensar que el armamento ruso era una reputísima mierda, y que Rusia, además de la guerra, podía perder pedidos de armamento a mansalva, porque sus tanques se abrían como latas ante los lanzagranadas y sus aviones y helicópteros caían como moscas ante antiaéreos tan baratos como los Jabelin y similares.
¿Y sabéis qué pasa? Que es cierto.
Pero el caso es que ocurre algo más. Poco después han venido los drones iraníes, a 20.000$ la unidad, y hay que derribarlos con misiles que cuestan 300.000 la pieza. Y esos drones le meten unos zambombazos de cojones a las armas occidentales más modernas, incluidos obuses que cuestan ocho y diez millones cada uno. Y resulta que por eso Occidente no quiere mandar allí ni un tanque ni un avión, porque empieza a estar más que claro que nuestros tanques y aviones también se harían fosfatina ante armas de mano como los bazokas o jabelín del otro lado.
La conclusión es que ha cambiado la doctrina de guerra, y que aprovisionarse de armas carísimas es poco o nada útil frente a un ejército pertrechado de cachareretes voladores y bazokas de mano. Y de eso se deriva que cuanto más caro es el artefacto que vendes, más pedidos vas a perder, porque los ejércitos del mundo entero están muy atentos a lo que pasa y están comprendiendo que no vale la pena tener diez aviones buenos de ataque, si te los pueden derribar en cuatro días, o destruir en tierra, mientras que si compras, por el mismo precio, 30.000 carracas iraníes, le vas a dar leña durante meses a un hipotético enemigo.
Eso es lo que está pasando en Ucrania y lo que lleva psando más tiempo en Yemen, aunque con menos visibilidad. Y el daño que eso puede suponer a los grandes monstruos de la industria militar tecnológica y sofisticada pueder ser un estacazo del carajo.
¿Para qué quieres un barco de 500 millones que te pueden hundir con un misil de 400.000 dólares? ¿Para qué quieres un F35, que cuesta entre 75 y 105 millones, si te lo pueden derribar con un Jabelin, que cuesta 80.000 dólares? ¿Para qué quieres un tanque de 8 millones que se puede destruir con un lanzagrandas de 35.000?
La polémica está servida mientras la gran industria de armamentos aprieta el culo. No es para menos.