Tus argumentos son sensatos, racionales y objetivos. Sin embargo, no logras que tus contertulios, con un punto de vista equivocado y contrario al que defiendes, cambien de opinión. ¿Lógico? Aunque parezca una paradoja, sí, según sostienen la mayoría de estudios científicos sobre comunicación política y las nuevas teorías sobre retórica y construcción del discurso.
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