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De Guinea a Argentina: cuatro amigos que cruzaron el mar sobre la hélice de un barco sojero

El sonido de la hélice es imposible de olvidar. Debajo de la piel de David, el rotor gira, gira y se enrosca en sus entrañas. No le pidan a David Doda Bangoura (25) que se dé el pequeño lujo de prescindir de ese sonido. No puede: lo tiene dentro del alma. Entre la sed y el hambre, las esperanzas y la desesperación. Los más de 20 días cruzando el mar en un pequeñísimo habitáculo seco entre el timón y el casco (bracage, dice) dejan para siempre cosas en la cabeza.

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