El paso del tiempo, sí, el mismo tiempo que lleva décadas empeñado en detener con sus pinceles, sienta bien a Antonio López. Luce a sus 75 años una mirada tan viva como fresca. Como si envejeciese conservada en el formol de la pasión por la luz y el detalle. También retiene su legendaria minuciosidad. La misma que ayer sacó a pasear por las salas del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid....
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