Hay padres, aficionados al fenómeno de los piercing, hasta el punto de que están permitiendo que sus hijos menores de edad, perforen su cuerpo con el riesgo sanitario que esto puede suponer. A la vez que tratan de mantenerlos en un ambiente lo más aséptico posible, dejan a todo tipo de bacterias una puerta abierta, para que puedan entrar y causar infecciones a sus hijos. Mientras tanto el gobierno, lo permite sin fijar límites algunos a esta práctica.
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