Tal y como están las cosas, es lógico que la frugalidad esté siendo vista como una píldora, amarga pero necesaria, que se está obligado a tragar y que se habría preferido escupir. Aquí voy a defender lo contrario: la frugalidad como un mecanismo que ha liberado y enriquecido mi vida, y al que veo como un aspecto de una filosofía de un estilo de vida muy superior.
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