El 28 de octubre de 1937, Henri Cartier-Bresson llegaba a Quinto de Ebro. El fotógrafo francés, junto al cineasta Herbert Kline y el camarógrafo Jacques Lemare, se había escapado durante dos días, de otro rodaje: el de hospitales en Benicàssim y Saelices para el documental Victoria de la vida, que hasta ahora constituía el único testigo del paso, cámara de 35 milímetros en mano, del fundador de Magnum por la Guerra Civil española.
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