En el año 1969, cinco espeleólogos del grupo Edelweiss que inspeccionaban las galerías en el sistema kárstico de Ojo Guareña, en Burgos, llegaron hasta una sala en las profundidades de la cueva y, a pesar de lo largo y dificultoso que había sido el recorrido, por un momento pensaron que otro grupo se les había adelantado: el suelo estaba lleno de pisadas. En todo este tiempo el estudio de estas pisadas se ha visto muy limitado porque se trata de huellas “frescas” sobre la arcilla. "Si las pisas, te las cargas".
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