La primera vez que atravesé la puerta principal de acceso a la Iglesia de la Compañía de Quito supe que había entrado en otro mundo.La prohibición absoluta de tomar fotografías acrecentó la necesidad que tenía de mostrar el interior y finalmente la Fundación tuvo la gentileza de concederme la ansiada autorización para poder fotografiar el interior de la Iglesia, una auténtica maravilla. Ahora ya conocéis una de las razones por la qué la ciudad de Quito es Patrimonio de la Humanidad.
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