Los dispositivos utilizados hasta el momento tenían una vida útil de cuatro años -dos años en el caso de la distonia-, por lo que el paciente debía ser intervenido para la implantación de un nuevo neuroestimulador. Gracias a este avance tecnológico, los enfermos no serán operados hasta pasados nueve años. La tolerancia al dispositivo es mayor gracias a su reducido tamaño -un 50% menor con respecto a anteriores modelos-, por lo que el riesgo de formación de úlceras disminuye de forma considerable.
|
etiquetas: salud , medicina