El mayor fracaso después de la crisis financiera mundial de 2008 fue no aprovechar la oportunidad única de cambio sistémico que se presentó. Los políticos de distintas ideologías permitieron que los que estaban a cargo y los responsables de la crisis trazaran el camino a seguir y garantizaran más sufrimiento y devastación. Las cumbres económicas, las reuniones del G7, del G20, de la OCDE o del FMI sólo interesan a los grandes beneficiarios de la desigualdad.
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