Aparecía en las estadísticas como una persona sin hogar. La calle era su casa. Por muchos intentos que hicieron con él desde Cáritas, Adelardo Carazo Andrés, de 47 años de edad, se resistía a acudir a sus instalaciones para dormir. Incluso en invierno, con el termómetro bajo cero. Pero su cuerpo dijo basta ayer de madrugada.
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