En un país en que no existe ya provincia ni partido judicial en los que la voracidad criminal de los políticos no haya malversado, espoliado erario público o prevaricado, con la patente de corso que supone ser aforado, mucho me temo que el circo mediático en relación con el caso Urdangarín quiera quizás convertir a la Infanta Dña. Cristina en chivo expiatorio de todos los pecados inherentes a nuestro sistema político.
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