Los crackers no buscan sacar ningún provecho más allá de dejar constancia y denunciar vulnerabilidades para que sean subsanadas. El objetivo de tan curiosa empresa no es ni mucho menos castigarle, sino más bien todo lo contrario, ofrecerle una patente de corso, que en los tiempos que corren viene a suponer nada menos que una beca de un año de trabajo en el centro tecnológico leonés.
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