Grabar agresiones o humillaciones a profesores o alumnos y colgarlas en Internet es una práctica creciente y penosa. Preocupa, y mucho, a los profesionales de la docencia, según evidencia la memoria del Defensor del Profesor, instancia a la que el año pasado recurrieron casi 3.600 docentes de toda la escala para denunciar todo tipo de situaciones y conflictos con alumnos y padres: agresiones, insultos, asaltos, depresiones, y un inacabable etcétera.
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