La pequeña isla de Johnston era un rincón perdido del paraíso. Pero comenzó a transformarse a partir de 1936, año en que la marina de los Estados Unidos desplegó una base militar en uno de los atolones más aislados del mundo. La isla, a través de obras de dragado y sucesivas ampliaciones artificiales, comenzó a tomar la forma de un gigantesco "portaaviones" anclado en un punto estratégico y remoto del Pacífico Norte, a unos 1400 kilómetros al oeste de Hawaii.
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