Si Obélix se cayó de pequeño en la marmita de poción mágica, Jean-Michel Jarre debió perderse una noche entera en la fábrica de Casio (intercambiable, por supuesto, por las marcas Roland, Yamaha, Moog, Korg…)Bromas aparte, el rey de los teclados (en una rivalidad interminable, eso sí, con Vangelis, alias Blade Runner) presentó este martes en Madrid los 30 años de su gran éxito, Oxygène, un clásico de la música popular.Relacionada:
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