Desde que empezó esta estafa, se ha ido extendiendo entre el personal la incómoda sensación de que nos toman por tontos. A cada nuevo escándalo injustificable, le sigue una justificación tan inverosímil, ridícula y falsa del politicucho de turno que nos sentimos insultados en nuestra inteligencia y decimos: “Creen que somos idiotas”.
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