Lo del sexo inesperado es de lo mejor que puede pasarte en la vida. Pónganse a ello. Por puro placer, claro está, pero sobre todo porque es una práctica que puede traer grandes, sublimes momentos a nuestras pequeñas y veloces vidas. No es necesario que sea en la calle, o en un restaurante. La cosa no va de exhibicionismo ni de exteriores, sino de combatir los lugares comunes y las rutinas. La cuestión es la sorpresa. El encarar el sexo sin, ay, los tan asumidos protocolos y encorsetamientos.
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