El joven, Jordi Naval, que entonces tenía 24 años, perdió la visión del ojo a causa del impacto de una bala de goma. Tras interponer una demanda, el juzgado la archivó, al no poderse acreditar quien había disparado la bala, aunque la Audiencia de Barcelona ordenó reabrir el caso y concretar qué policías dispararon.
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