Sí, vi aquella A esa mañana, presa en su redondel, allí puesta para que la contemplara toda Barcelona. ¿Toda? ¡No! Solamente se ve desde la parte proletaria (Santa Coloma, la Trinitat, la carretera de la Roca, la orilla del río...); una irreductible aldea que se ha ido consumiendo hasta esa nada que acabará por devorarlo todo igual que el cósmico Galactus necesita devorar mundos. Ponía sólo A, pero enseguida entendí lo mucho que significaba (saber idiomas es saber cómo hablan los ricos y cómo hablan los pobres).
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