Aquel año de 1524 coincidió la celebración del Viernes Santo con el 25 de Marzo, día que venia cargado de espantosos augurios: los astrólogos no tenían ninguna duda en afirmar que la conjunción de Saturno, Júpiter y Marte, en la casa de Piscis nos traería un nuevo diluvio universal, el cual causaría enormes catástrofes, augurando "LA FIN DEL MUNDO" para aquel mismo Viernes Santo. Carlos I, estando en Burgos,a causa de la osadía de su juventud, desoyó, en un primer momento, aquellos oráculos.