Una importante revista de Física publicaba hace poco una loa al aburrimiento, argumentando que la única garantía del rigor y seriedad de los resultados es el trabajo tedioso y soporífero. Para ser un buen físico, parecía decir el autor, había que resignarse al hastío, convertirse en un pelmazo, disfrutar con lo plúmbeo. Me parece una solemne sandez: si una ciencia no es divertida, emocionante y retadora no puede ser buena.
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