La última noche de su larga y viajada vida, el maestro Victorino Cobo la pasó en una cuadra, rodeado sólo por bestias. «¿Cena? Tú ya no necesitas comer nada más», le habían dicho sus verdugos.Era su cruel manera de hacerle ver que le había llegado su hora.Le dieron el tiro de gracia al amanecer, y dejaron su cuerpo sangrante abandonado al pie de la antigua carretera que unía Ponferrada con Ourense. Amanecía el 21 de octubre de 1936.
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