En el año 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, en el campo de concentración de Sachsenhausen un prisionero de los alemanes pide reunirse con los oficiales a cargo del lugar. Dice tener una información muy valiosa. Aceptan escucharlo con cierta desconfianza, y el preso empieza a hablar. Los alemanes no se imaginaban la valiosa noticia que iban a recibir. No podían creer a quien tenían en calidad de prisionero de guerra.
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