En cuanto se abrió la veda de los contratos de emergencia, los comisionistas salieron a cazar. Los corruptores levantaron los teléfonos y los corruptos contestaron con alegría. Unos inflaron precios y los otros firmaron conformes. El “todo vale” que reinaba por el caos y el miedo al desabastecimiento fue la excusa perfecta. Me cuesta ponerme en la mente de alguien que, con miles de personas muriendo, lo primero que se le ocurre es empezar a buscar en su lista de contactos para llegar a un político para enriquecerse aprovechando la coyuntura.
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