Un invento muy sencillo que parte de una idea simple pero que tiene un resultado más que notorio. Estás sentado en tu silla y te empieza a picar esa parte de la espalda a la que justamente no llegas. ¿Qué haces? O te retuerces cual contorsionista o buscas un rascador. Pero con esta silla no hace falta, ya que ella te rascará por ti.
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